Cuenta la leyenda que existió hace mucho tiempo una
deslumbrante diosa que se paseaba por la Tierra cuando caía la
noche. Una noche, conoció a un hombre que no pudo evitar caer
enamorado cuando, vestida completamente del blanco más puro, le miró
con una sonrisa en sus labios y le besó antes de desaparecer.
Esperándola cada noche, aquel hombre sentía cómo la soledad se cernía sobre él. Encadenado a la realidad y limitado por su vida mortal, su único deseo era volver a verla para sentir la calma que su rostro imbuía. Encantado por el beso de la diosa, decidió dormir de día para poder pasar toda la noche esperando que llegara aquella en la que su amada volvería.